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Guias e Dicas
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José Luis Lanata, Marcelo Cardillo, Virginia Pineau y Silvana Rosenfeld, Notas de estudo de Antropologia

La reacción de la década de 1980 y la diversidad teórica posprocesual

Tipologia: Notas de estudo

2016

Compartilhado em 18/03/2016

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Baixe José Luis Lanata, Marcelo Cardillo, Virginia Pineau y Silvana Rosenfeld e outras Notas de estudo em PDF para Antropologia, somente na Docsity! 2 La reacción de la década de 1980 y la diversidad teórica posprocesual José Luis Lanata, Marcelo Cardillo, Virginia Pineau y Silvana Rosenfeld Si bien los postulados de la nueva arqueología se afianzan en un importante número de arqueólogos y aumenta su presencia en la literatura científica a partir de 1970, la culture history siguió pri- mando. Este panorama cambió progresivamente a medida que los discípulos de Binford, Clarke, Longacre, Thomas y Flannery –entre otros arqueólogos procesuales– van desarrollando la Teo- ría de Rango Medio y ocupando posiciones en diferentes univer- sidades. Desde este punto de vista, la década de 1980 muestra un sinnúmero de libros y artículos donde su afianzamiento es no- table. Durante los primeros años de esa década se publican una serie de trabajos paradigmáticos que muestran las nuevas líneas que surgen. En algunos casos lo hacen como reacción –a veces irreconciliable, otras no tanto– ante los postulados de la nueva arqueología; en otros, como marcos inferenciales totalmente nuevos. A diferencia de lo sucedido en los años sesenta, cuando la rebe- lión fue un movimiento relativamente homogéneo en cuanto a sus postulados –tanto en Europa como en Estados Unidos–, la reac- ción de la década de 1980 es mucho más heterogénea y dispar. Lejos de formar una corriente teórico-metodológica orgánica, dentro del posprocesualismo se incluyen una serie de enfoques tan diferentes como: 1. la arqueología conductual; 2. el posmodernismo arqueológico; Boas, F. 1940. Race, Language and Culture. Nueva York, The Free Press. Childe, V. G. 1929. The Danube in Prehistory. Oxford, Clarendon Press. Clarke, D. L. 1968. Analytical Archaeology. Londres, Metheun & Co. Kelly, R. 1995. The Foraging Spectrum. Diversity in Hunter-Gatherer Lifeways. Washington, Smithsonian Institution Press. Kidder, A. 1924. An Introduction to the Study of Southwestern Archaeology. Papers of the Southwestern Expedition. New Haven, Phillips Academy 1. Lee, R. y DeVore, L. 1968. Man the Hunter. Chicago, University of Chicago Press. Pitt-Rivers, A. H. L. F. 1887. Excavations in Cranborne Chase, near Rushmore, on the Borders of Dorset and Wilts. Londres, Harrison and Sons, Printers. Steward, J. H. 1955. Theory of Culture Change. Urbana, University of Illinois Press. Trigger, B. G. 1989. A History of Archaeological Thought. Cambridge, Cambridge University Press. Watson, P. J., LeBlanc, S. A. y Redman, C. L. 1971. Explanation in Archaeology. An Explicitly Scientific Approach. Nueva York, Columbia University Press. Willey, G. R. y Phillips, P. 1958. Method and Theory in American Archaeology. Chicago, University of Chicago. 34 Explorando algunos temas de arquelogía registro arqueológico era la base de la inferencia arqueológica, mientras que la interpretación del arqueólogo de la variabilidad de las conductas y el cambio descansaba en otros principios teó- ricos. La arqueología conductual se fundamenta en tres axiomas cen- trales, que son: 1) formulación de un modelo explícito de la inferencia arqueoló- gica; 2) acercamiento conductual a los fenómenos socioculturales; y 3) redefinición de los temas centrales de la arqueología. El primer axioma identifica la investigación arqueológica con el descubrimiento y testeo de leyes y teorías a través de un mode- lo inferencial ligado a la propuesta de Schiffer de los modelos de formación del registro arqueológico. De acuerdo con esto, el co- nocimiento del pasado es inferido y deriva del examen de los resi- duos materiales contemporáneos. Las inferencias están basadas en proposiciones generales que describen la relación entre la conduc- ta humana y la evidencia material –como su correlato conductual– y la acción de los procesos culturales y naturales en la formación del registro arqueológico. El segundo axioma es la noción de que el fenómeno sociocultu- ral puede estudiarse en términos de conductas y de sus diferentes procesos. En la base de esta elección teórica está el reconocimiento de que el registro arqueológico no es creado por la cultura en un sentido amplio ni por su relación con alguna variable ambiental; es la conducta la que lo hace. Esto significa que al momento de la re- construcción arqueológica de significados, símbolos, subsistencia, o elecciones de diseños de artefactos, y careciendo de archivos escritos y/o de informantes, los arqueólogos realizan sus interpretaciones so- bre la base de las conductas previamente inferidas por ellos mismos. El tercer axioma es una redefinición de la arqueología como el estudio de las relaciones entre las conductas humanas y la cultura 37La reacción de la década de 1980 y la diversidad… 3. la arqueología y la nueva agencia social; 4. la arqueología marxista; 5. la arqueología cognitiva; 6. las teorías evolutivas neodarwinianas en arqueología. Presentaremos a continuación los principales postulados de ca- da una de estas corrientes posprocesuales. 1. La arqueología conductual Quizá la primera reacción surge dentro de la misma nueva arqueología. Jefferson Reid, William Rathje y Michael Schiffer tempranamente en 1974 señalan la necesidad de focalizar la atención sobre las conductas humanas, ya que son estas las que producen los vestigios arqueológicos. La arqueología conductual se autodefine como el estudio de las relaciones entre las conduc- tas humanas y los artefactos –la cultura material– en cualquier lugar y espacio. Se centraliza en la investigación de la conducta humana entendida casi como una actividad cotidiana. Las acti- vidades son las interacciones pautadas entre las personas y los ar- tefactos. Así, las conductas humanas no pueden definirse sin tener en cuenta los artefactos. Son estos los que realizan las fun- ciones ya sea tecnológicas, sociales o simbólicas. La meta final del enfoque conductual es definir y explicar científicamente la variabilidad y el cambio en las conductas humanas. Para esto los arqueólogos conductuales se preguntan sobre aspectos históricos y nomotéticos, aun cuando la mayoría de ellos ponen especial énfasis en este último aspecto. Las bases nomotéticas –es decir las leyes y teorías– codifican las regularidades en los procesos cultu- rales en diferentes escalas. Un proceso cultural determinado tie- ne una distribución témporo-espacial específica, por lo tanto particular y diferente de otros. Schiffer (1987) propuso que la correlación entre los procesos de formación cultural y natural del 36 Explorando algunos temas de arquelogía Weber, Bourdieu y Giddens, no creen esto. Aceptan que cada indi- viduo, desde su propia experiencia, toma conciencia de la realidad del mundo desde su perspectiva personal, sus pensamientos, ideas y subjetividad. Rescatan el rol del individuo como factor de cam- bio y poder y su relación con la estructura social a la que pertenece. Los temas de estudio de esta perspectiva son muy heterogéneos; entre ellos podemos distinguir al menos cinco líneas relevantes: a) Agencia humana –o Agentividad– lato sensu, b) Género, c) Infan- cia, d) Feminista y e) Queer.2 3.1 Agencia humana o Agentividad La corriente agencia humana o agentividad se desarrolla bajo la influencia de varios movimientos intelectuales de la década de 1980. En especial, en diferentes arqueólogos que se sentían frus- trados por algunos aspectos de la arqueología procesual. Entre los arqueólogos posprocesuales marxistas, estructuralistas y sim- bólicos surge un interés explícito por la agencia humana. Uno de los puntos comunes entre estos diferentes enfoques es la idea de que los contextos históricos de interacción material y social, junto con las percepciones no discursivas del mundo, sirvieron como condiciones dentro de las cuales la gente del pasado nego- ció su mundo, al mismo tiempo que lo creaba y le era impuesto por él. En las últimas dos décadas el interés por la agencia humana se intensificó en al menos cuatro áreas: 1. Género. 2. Significado de la variación cultural material. 42 Explorando algunos temas de arquelogía 2 Preferimos mantener este término en inglés ya que cualquier opción de tra- ducción distorsionaría su significado (véase más adelante). 3. La conexión de la agencia humana y la cultura material a través de otros puentes teóricos, principalmente la fenomenología y la teoría estructuralista de Giddens. 4. El surgimiento de la desigualdad. Entre otros enfoques recientes que exploran las acciones y los intereses individuales y su contribución a las transformaciones so- ciales en gran escala, se encuentran los modelos darwinianos, de predación óptima y los ecológicos evolutivos, aunque con varian- tes. No hay hasta el momento gran consenso sobre lo que realmen- te es la agencia humana y cómo debe ser específicamente estudiada en el pasado. Algunas de las definiciones de agencia humana enun- ciadas por diferentes arqueólogos son: a) el papel de los pensamientos y las decisiones en la modelación de la evolución y estructura de la sociedad humana (Thomas, 1999), b) la experiencia de la vida individual en la creación de la historia de vida (Hodder, 2000), c) la imposición de la forma sobre lo material a través de la activi- dad creativa socialmente situada (Sassaman, 2000), d) la creación de distinciones formales y sociales a través de la acti- vidad expresiva (Walker y Lucero, 2000), e) el despliegue exitoso de las habilidades y el conocimiento tec- nológico discursivos y no discursivos (Dobres, 1995). Dobres y Robb (2000) sostienen que hay cuatro principios a los que adhieren la mayoría de los teóricos de la agencia humana, que son: a) la importancia de las condiciones materiales de la vida social, b) la influencia de las estructuras materiales, sociales y sim- bólicas y de las instituciones, costumbres y creencias que simultá- neamente restringen y capacitan a los agentes, c) la importancia de las motivaciones y acciones de los agentes y d) la dialéctica de la estructura y la agencia humana. 43La reacción de la década de 1980 y la diversidad… Los estudios sobre agencia humana buscan rescatar el rol del in- dividuo como factor de cambio y poder. Esta perspectiva ofrece a los arqueólogos los medios analíticos para ir más allá de las explica- ciones generales adaptacionistas del cambio cultural, considerando al individuo y al grupo social como posibles generadores del cam- bio. Como tal, el concepto de agencia humana ha ganado prestigio en una gran variedad de investigadores, de perspectivas posproce- suales muy diferentes que van desde las feministas hasta la de los ecólogos evolutivos. Algunos arqueólogos, como Janet Spector (2000), afirman que para desarrollarla hace falta un acercamiento más empático que in- cluya no sólo los pensamientos y las decisiones de los individuos, sino también sus orientaciones espirituales. Las experiencias pro- fundas en los individuos deben ser estudiadas, ya que proporcio- nan claves para entender el pasado humano. Para llegar a esto, este enfoque presupone la existencia de un background común, una es- tructura compartida detrás de todas las experiencias humanas. Es- to le permitiría al investigador construir un «puente», una relación entre los sentimientos, los deseos y sus significados en el pasado, empleando el registro arqueológico. Por lo tanto, se admite que tanto los investigadores actuales como sus grupos sociales del pa- sado comparten configuraciones cognitivas más o menos semejan- tes, lo que facilita la inferencia arqueológica. Esta aproximación empática se basa en dos principios. El primero es que los pensa- mientos y las decisiones son realmente individuales, que no son compartidos por la superestructura. El segundo es que las acciones colectivas y las instituciones que comparten los individuos son in- terpretadas como producto directo de decisiones y acciones de individuos en el pasado. Algunos de estos aspectos son también to- mados por la arqueología cognitiva. Otros arqueólogos no utilizan la metodología empática ni el re- lativismo. Dobres y Robb (2000) analizan el cambio en sociedades prehistóricas italianas considerando indicadores de desigualdad en términos de edad, género y prestigio. Examinan la evidencia de la 44 Explorando algunos temas de arquelogía jerarquización del género masculino a través del arte rupestre, las figurinas y los enterratorios hacia los años 3000 a.C. Robb, sobre la base de Giddens, sostiene que, aunque las acciones del individuo están estructuradas por el sistema social en que vive, sus acciones específicas también lo construyen, reconstituyen y cambian. En este sentido, los sistemas sociales son tanto el medio como el resul- tado de las acciones de la gente. En su estudio, Robb no busca re- solver el origen de la desigualdad sino contribuir al conocimiento del desarrollo de sociedades prehistóricas en Italia. Utilizando con- ceptos de la acción social y el significado, este investigador muestra cómo el simbolismo de género pudo haber motivado a los hom- bres a participar en diversas y cambiantes instituciones como la ca- za, la guerra, la intensificación económica y el comercio; y cómo estas instituciones reprodujeron la ideología de género. 3.2 Arqueología de género El estudio del género en arqueología se encuentra dentro de dos aproximaciones muy diferentes que pueden delinearse a partir de la relación entre género y biología: a) los estudios positivistas y b) los pospositivistas. Los estudios positivistas consideran que el sexo biológico deter- mina el género. En este caso su estudio significa identificar a las mujeres y los hombres biológicos en la prehistoria (e.g. la explora- ción de las diferencias en la dieta, enfermedades y mortalidad entre los sexos). Una de las técnicas para identificar a las mujeres en la prehistoria utiliza la evidencia contextual (evidencias osteológicas, representaciones iconográficas, textos históricos). Otra técnica em- plea la analogía etnográfica (la evaluación de la asociación entre hombres y mujeres con actividades particulares). Por ejemplo, Christine Hastorf (1996) analiza las relaciones sociales y de género en la prehistoria, y en particular en las mujeres andinas, a través del estudio de los alimentos. Sostiene que así co- 45La reacción de la década de 1980 y la diversidad… mo el uso y la distribución de los alimentos puede expresar rela- ciones políticas, sociales y económicas, también refleja el desarro- llo y el mantenimiento de las relaciones de género en un grupo so- cial. Hastorf postula que, sin importar cuál es el género a cargo de la preparación de la comida, la expresión de las relaciones entre hombres y mujeres opera donde los alimentos se producen, prepa- ran, sirven y/o descartan. La autora examina las relaciones etno- gráficas andinas entre alimentos y género en lo económico y polí- tico. Centra su análisis en la interpretación de los alimentos y la dieta en el registro arqueológico de la sociedad sausa en Perú (1300 a 1532 d.C.), especialmente en los datos paleoetnobotánicos. Has- torf utiliza dos enfoques complementarios. Primero explora las distribuciones espaciales de los restos de alimentos como indica- dores de los roles de hombres y mujeres. Luego observa la ingesta de alimentos de hombres y mujeres a través del análisis de isótopos estables en esqueletos masculinos y femeninos para entender có- mo el acceso a diferentes alimentos puede significar diferentes po- siciones sociales. Los estudios pospositivistas entienden al género y al sexo como construcciones sociales. En este tipo de análisis se busca recons- truir las dinámicas del género a través del análisis de contextos his- tóricos específicos. El género es entendido como contingente y contextual, como una construcción que varía de sociedad en so- ciedad. Joan Gero y Margaret Conkey (1991) definen al género como un elemento constitutivo de las relaciones sociales humanas basado en diferencias y similitudes adscriptas culturalmente. En muchas sociedades se reconocen más de dos géneros, y el género puede tener diferentes significados según la edad y el contexto so- cial. La disociación entre los roles sexuales biológicos y los roles sociales fue una contribución realizada desde la arqueología femi- nista (véase el apartado «Arqueología feminista»). Investigadores como Yates (1994) sostienen que nuestra propia definición de las diferencias sexuales biológicas es, en algún punto, cultural. Existe un continuum biológico entre lo «femenino» y lo 46 Explorando algunos temas de arquelogía «masculino» en distintas dimensiones. La dimensión que se enfati- za y el límite que elegimos son, en gran parte, elecciones culturales. Como afirma Foucault, el «sexo» no es dado sino que es producido en contextos históricos particulares. El componente biológico es uno de los varios componentes en la construcción cultural de la sexualidad y las relaciones sociales. 3.3 Arqueología de la infancia Al igual que el género, las categorías de infancia, adolescencia, ju- ventud y otros términos utilizados para denotar la edad pueden ser entendidos como construcciones culturales (Kamp, 2001). Estu- dios transculturales han mostrado que existe una gran variabilidad en sus definiciones en distintas poblaciones. Las sociedades occi- dentales modernas tienden a enfatizar la edad y a menudo utilizan categorías rígidas, vinculadas a la edad cronológica. En contraste, otras sociedades reconocen estados de maduración que no toman en cuenta la edad biológica, sino habilidades, actividades, persona- lidad y/u otros atributos individuales. Una de las principales fuentes arqueológicas para establecer grupos de edad son los enterratorios. Sin embargo, la mayoría de los estudios paleobiológicos sobre salud y nutrición en los niños no utiliza los datos arqueológicos para establecer los límites de los gru- pos de edad. Estos estudios emplean definiciones de grupos lógicas desde el punto de vista del investigador, y luego se ponen a prueba las diferencias entre los grupos. En contraste, quienes consideran los grupos de edad como construcciones culturales sostienen que estos análisis deben comenzar con una exploración que busque las diferencias implicadas en las definiciones locales de edad. Desde este enfoque, la edad es un principio importante de la organización social y por lo tanto no debe ser ignorada en el análisis de las socie- dades pasadas. Al igual que los adultos, los niños tienen roles socia- les y económicos importantes dentro de la comunidad y los datos 47La reacción de la década de 1980 y la diversidad… d) El examen del género en el registro arqueológico Lo que a nosotros nos parece importante desde el punto de vista de los marcos teóricos en arqueología, y específicamente dentro del análisis de género, es cómo se pueden identificar las diferen- tes construcciones del género en el pasado a través del registro ar- queológico (véanse los apartados «Arqueología de género» y «Arqueología de la infancia»). Es por ello que, si bien los tres pun- tos anteriores son relevantes en el discurso académico, entende- mos que un marco teórico que involucre análisis de género debe trascender algunos de los aspectos antes mencionados para no transformarlo en un reduccionismo sectorial. El punto central en este abordaje es que existe variación en el rol de cada género de cultura a cultura. Para algunos investigadores, una distinción teó- rica importante es la de sexo y género. El sexo es biológico, es na- cer hombre o mujer. Pero hay una diferencia entre nacer hombre o mujer y la experiencia de ser hombre o mujer en una sociedad dada. Por lo tanto, en esta visión, el género está culturalmente construido y varía de sociedad en sociedad. Existe el presupuesto generalizado en las ciencias sociales de aso- ciar al hombre y a la mujer respectivamente con la caza y la recolec- ción, lo público y lo privado, la cultura y la naturaleza. Esto precisa- mente fue lo que llevó a plantear el conocido modelo «hombre cazador-mujer recolectora» (Lee y DeVore, 1968; confrontar con Dahlberg, 1983) y que la caza fuera más importante en el desarrollo de la sociedad. Dichas asociaciones implican una visión de la mujer con una esencia universal e inmutable para todas las sociedades en todo lugar y momento. Se deben cuestionar los supuestos sobre rígidas divisiones binarias del trabajo. Las asociaciones entre activi- dades y género no se pueden presuponer, deben analizarse y estable- cerse en cada caso particular. La arqueología feminista se distingue de otros enfoques no sólo por la conciencia sobre la cuestión del gé- nero sino por su crítica y corrección de los sesgos sexistas en arqueo- logía (Spencer-Wood, 1992). No consiste en agregar mujeres a los 52 Explorando algunos temas de arquelogía modelos sexistas sino en trabajar para que el género no sea un tema definido, analizado y construido desde el punto de vista masculino. 3.5 Arqueología Queer A finales de la década de 1990 se origina la postura Queer en Euro- pa y Estados Unidos. Los científicos enrolados en esta línea desa- fían, activa y explícitamente, la heteronormatividad de la práctica científica, continuándola con la actividad política fuera de la Aca- demia (Dowson, 2000). Rechazan explícitamente la condición posmoderna. El movimiento queer empezó como un desafío a las construcciones esencialistas de una identidad homosexual. En contraste con las identidades lesbianas y gay, la identidad queer no se basa en una noción de una verdad estable o en una realidad de- terminada. Como sus sostenedores dicen, la teoría queer no es una teoría en el sentido científico de la palabra en lo que hace a propo- ner un sistema de ideas que sirvan para explicar algo, como la teo- ría marxista o la teoría de la relatividad de Einstein. Es por ello que no es positivista, sino más bien una manera de producir una reflexión, una manera de tomar una posición vis-à-vis la norma autoritaria dominante. Para efectuar esa toma de posición, se re- conocen diferentes formas, riesgos, ambiciones y ambivalencias en varios contextos de interacción humana. Esto permite reorde- nar las relaciones entre las conductas sexuales, las identidades eró- ticas, las construcciones de género, las formas de conocimiento, los regímenes de enunciación, la lógica de representación, etc., pa- ra reestructurar las relaciones entre el poder, la verdad y el deseo. La posición no está restringida al estudio de los hombres y las mu- jeres homosexuales, por el contrario está abierta a cualquiera que siente que por su posición –sexual, intelectual, o cultural– es mar- ginado. Para ellos ningún individuo puede ser marginado por ser considerado anticonvencional o patológico; más bien el movi- miento favorece múltiples posiciones, todas igualmente válidas. 53La reacción de la década de 1980 y la diversidad… La arqueología queer está activamente comprometida en dejar de lado el discurso arqueológico normativo. Para ello necesa- riamente tiene que confrontar y romper con la presunción de he- terosexualidad como la norma inherente en la interpretación arqueológica. Esta perspectiva no implica «excavar» para-por los homosexuales, o cualquier otro supuesto sexual anticonvencio- nal, en el pasado. Ni se plantea la búsqueda de los orígenes de la homosexualidad. Tampoco es un manifiesto para promover la ho- mosexualidad. Por el contrario, trata de forzar a explorar prácti- cas que abiertamente existen en las culturas hoy, y que pudieron haber existido desde hace mucho tiempo en todas las poblacio- nes, pero que o bien se las ha señalado como anticonvencionales o bien se las excluyó totalmente de cualquier interpretación. Ese pasado es lo que les permite construir una voz de los grupos su- bordinados y marginales actuales, construyendo de ese modo su historia. Así como las personas homosexuales no tienen vergüen- za de su sexualidad y no temen que las desaprueben, los arqueó- logos queer no se avergüenzan de su producción y no necesitan temer a la desaprobación de autoritarismo normativo que carac- teriza a la academia arqueológica. 4. La arqueología marxista El diálogo entre la arqueología y la teoría marxista ha variado a lo largo del siglo XX y en los diferentes escenarios donde fue aplicada. El marxismo es una filosofía, una tradición de pensamiento, un modo de producción teórica que ha producido y producirá mu- chas variaciones y aproximaciones (McGuire, 1992; Trigger, 1993). Dentro de la gran variedad de perspectivas que caracterizan al mar- xismo en la arqueología, existe un conjunto de principios generales que la mayoría de ellas comparten: 54 Explorando algunos temas de arquelogía 1. Proclaman a Marx como un importante ancestro intelectual y fuente de inspiración. Su trabajo es un punto de partida, no un punto de llegada. 2. Buscan dar cuenta del cambio sociocultural en términos de una estructura teórica y filosóficamente similar, que pone a las rela- ciones sociales como el centro de investigación. Busca refutar las oposiciones que confunden la investigación: mentalismo y materialismo, humanismo y ciencia, historia y evolución, rela- tivismo y determinismo. 3. Tratan a la sociedad como un todo que tiene que ser finalmente entendido como tal. No aceptan la idea de que los intelectuales pueden llegar a un mejor entendimiento del proceso social, re- duciendo el fenómeno social a sus partes y examinándolas. 4. Enfatizan la contradicción y el conflicto como rasgos vitales de la sociedad humana y fuentes internas del cambio en dicha so- ciedad. Por lo tanto, rechazan el funcionalismo, la noción de que el fenómeno social puede ser entendido adecuadamente en términos de cómo funciona para mantener la sociedad o le per- miten adaptarse al medio. 5. Tienen una visión de la historia centrada en el hombre, que le da a la acción humana o praxis un papel significante en el pro- ceso histórico. Repudian cualquier forma de determinismo –ambiental, material o tecnológico– y la idea de conocimiento abstracto divorciado de la acción de la gente. 6. Reconocen que el conocimiento del pasado se crea en un con- texto social y político, y que la gente hace su conocimiento. Es- te no puede ser simplemente una reflexión acerca de la realidad de ese pasado. Así, los intelectuales deberían completarlo para ajustarlo a la agenda social y política. 7. Comparten el compromiso de creer que las relaciones de poder y la estructura del mundo moderno dominado por el capitalis- mo son injustas y destructivas para la gente. Todas las perspecti- vas abogan por alguna forma de socialismo como la alternativa a este sistema. 55La reacción de la década de 1980 y la diversidad… 57La reacción de la década de 1980 y la diversidad… La arqueología marxista posee una epistemología materialista. La realidad existe independientemente de su conocimiento y es es- tructuralmente injusta, y propone transformarla. Cuanto más cer- cano el conocimiento esté de reflejar la realidad tal como es, más probabilidad hay de que las acciones logren sus fines. En cada for- mación social existe una estructura subyacente. Lo que determina a una sociedad es el modo de producción, es decir, la infraestructu- ra (formada por las fuerzas productivas). Los autores marxistas clá- sicos proponen que la superestructura –grupos políticos, judiciales e ideológicos– está supeditada a la infraestructura, en tanto que pa- ra los autores neomarxistas existe una relación dialéctica entre am- bas. La estructura no es visible sino que está enmascarada por la ideología. En la arqueología, la cultura material tiene un papel ac- tivo, ya que actúa para que el sistema funcione. Por esto, el pasado tiene que ser interpretado por la ideología del pasado. La arqueolo- gía marxista intenta encontrar en las sociedades del pasado los mecanismos de las clases dominantes para perpetuarse en el poder. Esto puede observarse tanto en los elementos de uso cotidiano co- mo en los elementos de lujo, la arquitectura y otros tipos del regis- tro arqueológico. La arqueología marxista rechaza de la arqueología procesual el determinismo ambiental, ya que el cambio está dado por las con- tradicciones que se generan dentro de la misma sociedad. Los fac- tores ecológicos son vistos sólo como condicionantes. El cambio dentro de las sociedades se da a partir de dos tipos de contradic- ciones: a) entre los intereses de los grupos sociales debido a la división de clases con intereses antagónicos, b) entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En el caso de las sociedades precapitalistas, algunos autores marxis- tas plantean que el lugar de las relaciones de producción lo to- man las relaciones de parentesco. 56 Explorando algunos temas de arquelogía V. Gordon Childe fue el primer arqueólogo occidental –en Gran Bretaña– que aplicó la teoría marxista en su trabajo. Childe vio a la arqueología como un medio de poner a prueba y perfec- cionar las observaciones marxistas a largo plazo. En sus libros planteó su visión materialista de la prehistoria europea. Introdujo un concepto de evolución en el cual los cambios en el cono- cimiento tecnológico producen cambios sociales, políticos y económicos. Vio a los factores superestructurales como una in- fluencia negativa o conservadora que opera contra el cambio so- cial. En Estados Unidos fue Leslie White uno de los primeros an- tropólogos en mostrar influencia de Engels y Morgan, lo que le llevó a proponer su teoría de evolución cultural; esa influencia también se aprecia en algunos aspectos de la propuesta ecológico- cultural de L. Steward. Si bien los primeros enfoques marxistas surgen en Europa, América Latina los desarrolla tempranamente. En el cuadro 2.1 comparamos la aplicación del marxismo con el transcurso del tiem- po y de los cambios políticos a nivel mundial. 63La reacción de la década de 1980 y la diversidad… neral que caracteriza a las diferentes especies no humanas. Aquí predominan el aprendizaje y la toma de decisiones directas, proce- sando rutinariamente un limitado número de información y reali- zando simples interrelaciones para resolver problemas sencillos. En una segunda fase, surge un dominio más especializado en el que los individuos se dedican a conductas particulares. Aquí se desarrollan artefactos de más de un componente, y el conocimiento del mun- do natural es más completo, complementándose con una organi- zación social simple en las poblaciones prehumanas. En la última fase, aquellas múltiples especializaciones que se encontraban más o menos inconexas comienzan a trabajar en forma más vinculada, gracias al lenguaje y a un desarrollo más organizado de las estructu- ras sociales. Esto es lo que haría surgir para Mithen el verdadero comportamiento humano, caracterizado por una capacidad para resolver los problemas, crear artefactos y productos, desarrollar el arte y la religión. De esta manera aumenta el flujo de conocimien- to e ideas, produciendo comportamientos más complejos y, por lo tanto, una mayor diversidad artefactual en los conjuntos arqueoló- gicos. Para Mithen esto resulta evidente en el desarrollo particular de la cultura desde hace circa 30.000 años y, sobre todo, en el ca- rácter acumulativo del conocimiento, algo que había estado ausen- te de las culturas anteriores. 6. Teorías evolutivas neodarwinianas La Teoría de la Evolución posee una larga historia dentro de las ciencias sociales y, en especial, dentro de la arqueología y la an- tropología. Ejemplo de ello son los trabajos de L. H. Morgan y K. Marx en sus sistematizaciones de cambio y desarrollo social, y el de Service en su esquema de progreso o desarrollo social y político. En arqueología específicamente, estos esquemas de progreso se aplicaron al estudio de colecciones de instrumentos junto con la utilización de analogías de diferentes pueblos etnográficos contem- 1) Construir un modelo de la religión antigua a partir del análisis de los documentos etnohistóricos. 2) Aislar aquellos elementos, como estructuras de templos o arte- factos rituales, que posiblemente se preservan en el registro ar- queológico. 3) Realizar un análisis de los planes del antiguo templo y un análi- sis contextual de la parafernalia ritual. 4) Comparar y contrastar los restos arqueológicos observados con el patrón esperado derivado de los documentos etnohistóricos. Por su parte, la posición evolutivo-cognitiva analiza la evolu- ción de la mente humana. Sostiene que el registro fósil propor- ciona los medios esenciales para reconstruir el pensamiento y la conducta del pasado, y las presiones selectivas sobre los cuales se dio la evolución cognitiva. Los estudios de fósiles humanos y arte- factos necesitan ser seguidos en una forma muy integrada si inten- tamos reconstruir la evolución de la mente humana. La última década ha visto un desarrollo interesante del tema; en realidad el psicólogo Merlin Donald (1991), fue el primero en proponer una teoría de la evolución cognitiva, haciendo un uso importante de información arqueológica. Los desarrollos más importantes en la arqueología cognitiva son los de Mithen (1996), quien intentó integrar esta corriente con la psicología evolutiva. Mithen sostiene que los humanos pre- modernos –por ejemplo, Homo erectus, Neanderthales– tenían una mentalidad dominio-específica y que esto se ve en el carácter parti- cular de su registro arqueológico. En su modelo, el surgimiento del arte, el pensamiento religioso y el pensamiento científico –circa 30.000 años, es decir 70.000 años después de los humanos anató- micamente modernos– tienen origen en una habilidad nueva. Esta parece relacionarse con una interacción entre las formas del pensa- miento y los diferentes tipos de conocimiento, y esto quedó «atra- pado» en dominios cognitivos específicos. Una primera fase se caracteriza por la prevalencia del dominio de una inteligencia ge- 62 Explorando algunos temas de arquelogía la teoría darwiniana de la evolución. Esta teoría científica se centra en la diversidad y en la dinámica de cambio, más que en tenden- cias comunes y en la construcción de períodos estáticos, como lo hacen las corrientes tradicionales y procesuales. Dos elementos fundamentales estructuran la diversidad y el cambio en el seleccionismo: 1) la variación azarosa (no direccional) y 2) la selección natural. La primera implica que los individuos ge- neran variación a través de diversas conductas –i.e aprendizaje, re- plicación, falta de información–, es decir, generan nuevas formas de conducta, observables empíricamente a través de los artefactos. De esta manera, un individuo al confeccionar un instrumento, puede generar nuevas formas por errores en el proceso de talla. O al innovar en las técnicas de caza, producir nuevas conductas rela- cionadas con las prácticas de subsistencia. Sin embargo, que la va- riación sea azarosa no implica que los individuos no sean agentes racionales (i.e. al instrumentar una estrategia en respuesta a un problema adaptativo). Por el contrario, esta respuesta no puede ser direccional en el sentido de que no prevé o anticipa con certeza los resultados de sus acciones, y menos aún en el largo plazo. Este ele- mento aleatorio es fundamental en el modelo de cambio neodar- winiano, ya que la selección natural es un proceso que no posee dirección alguna, no persigue propósito alguno.4 Así la evolución no implica mejora ni progreso alguno, sino solamente cambio en la diversidad. Esto no significa, sin embargo, que la complejización cultural o social no se relacione con este proceso, sólo que no es un fin en sí mismo sino un producto secundario, una resultante del proceso. Otro aspecto fundamental es el que se relaciona con las unida- des sobre las cuales la selección actúa y con las unidades de cambio observadas por los arqueólogos. Ambos aspectos plantean una mo- 65La reacción de la década de 1980 y la diversidad… 4 Por ejemplo una creciente adecuación o perfección de estrategias o la comple- jización de un repertorio cultural determinado. poráneos. Sin embargo, la utilización del concepto de progreso y direccionalidad en el cambio proviene de los desarrollos de Herbert Spencer, contemporáneo de Darwin y Wallace, que adaptó el mo- delo de evolución por selección natural de ambos autores a las cien- cias humanas. El impacto de este simple modelo de progreso fue enorme. Principalmente porque se ajustaba a lo que parecía ser el resultado actual de ese proceso en las sociedades occidentales, y en especial de aquellas que se encontraban dentro del marco de la Re- volución Industrial. Paulatinamente, dicho modelo encontró sus limitaciones. El avance de las investigaciones tanto en antropología como en arqueología muestra que la diversidad y complejidad de las tra- yectorias de cambio seguidas por las sociedades humanas no es re- ductible a un simple modelo progresista. La necesidad de superar estas limitaciones teóricas y de buscar programas más refinados de cambio cultural llevó a inicios de 1980 a la aparición de diver- sos modelos formulados a partir de la Teoría de la Evolución de Charles Darwin (Bettinger, 1980; Dunnell, 1980; Rindos, 1980; Winterhalder y Smith, 1981), es decir no spenceriana ni unili- neal. Si bien son muchos sus aspectos y ramificaciones, todos comparten aspectos teóricos y metodológicos comunes. Nos cen- traremos aquí en aquellos más básicos de la aplicación de la Teo- ría de la Evolución en arqueología y antropología, analizando tres orientaciones dentro de esta corriente: la arqueología seleccionis- ta, la ecología evolutiva de la conducta humana y la teoría de la herencia dual. 6.1 Arqueología seleccionista Robert Dunnell (1980) y David Rindos (1980) replantean el foco de estudio de la arqueología –el primero– y la antropología –el se- gundo–, proponiendo un cambio en el marco teórico-epistemoló- gico. Dunnell plantea este cambio a partir de la incorporación de 64 Explorando algunos temas de arquelogía 67La reacción de la década de 1980 y la diversidad… cado como fin último la domesticación, es decir generar una total dependencia de la planta respecto del humano para cumplir su ci- clo reproductivo, sino más bien que las causas fueron próximas, inmediatas, como el complementar la dieta o las actividades de subsistencia. La selección no intencional llevó, pues, a un cambio gradual en los vegetales favorecidos por la manipulación humana.6 Esta relación habría llevado a una evolución conjunta de vegeta- les y humanos, al darse una dependencia mutua cada vez mayor, Figura 2.1. Modelo de la trayectoria esperada para rasgos favorecidos y no favo- recidos por selección natural. Al ser favorecido por este mecanismo, la frecuencia del rasgo aumentará mostrando una tendencia a un incremento lineal y sosteni- do (línea superior). Si por el contrario, la selección natural no es el mecanismo interviniente, la trayectoria del rasgo será errática y sinuosa hasta desaparecer (lí- nea inferior). Modificado de O’Brien y Holland (1990: 53). 6 Este beneficio en los vegetales podría verse como una horticultura incipiente, donde se desmaleza, protege o dispersa en mayor grado la variedad selecciona- da, sin que esto implique un cuidado intensivo. 66 Explorando algunos temas de arquelogía dificación importante en la forma en que se entiende el registro ar- queológico. Para los seleccionistas, la unidad de selección –es decir la afectada por la selección natural– es el individuo, pero las unida- des sobre las que se miden estos procesos son los artefactos. Dentro de esta perspectiva, se entiende que los artefactos están inextrica- blemente asociados al éxito reproductivo.5 Al observar la dinámica de cambio y sustitución de artefactos, por tanto, nos aproximamos a la trayectoria biológica de las poblaciones que crearon y utiliza- ron dichos artefactos. El registro material de este proceso nos mos- traría diferentes frecuencias de aparición, sustitución o cambio de artefactos, acompañado por el cambio en otros aspectos de las po- blaciones humanas (fig. 2.1). En general, esta corriente se interesa por los cambios a mediano y largo plazo. Rindos (1984) empleó un modelo seleccionista para discutir el origen de la agricultura. Su modelo no supone un contexto de aparición determinado sino más bien un origen que se relaciona- ría por procesos estocásticos (azarosos). Durante algún momento del Holoceno temprano habrían comenzado a gestarse ciertas in- teracciones muy primarias entre seres humanos y vegetales. Estas interacciones casuales se basarían en la selección humana de cier- tos tipos de granos de vegetales silvestres para el consumo. Estos vegetales –el maíz en América o el trigo en Oriente Próximo– po- seen cierta predisposición para generar una gran cantidad de va- riación morfológica por mutación de sus genes. La variación resultante permitió a los humanos elegir los granos de acuerdo con algún criterio vinculado a la alimentación, por ejemplo, el ta- maño. Sin embargo, esta interacción no tiene por qué haber bus- 5 Término biológico que se entiende como la capacidad de los individuos de lle- gar a la edad reproductiva y dejar descendientes. Debe diferenciarse del éxito reproductivo diferencial, que implica que algunos individuos tendrán deter- minadas ventajas sobre otros, y estas se plasmarán en una mayor probabilidad de dejar descendencia. Frecuencia del rasgo Rasgo favorecido por la selección Rasgo selectivamente neutral 0 Tiempo 1 explotación de moluscos, aves y mamíferos pequeños mostraba una ampliación en la dieta. Por lo tanto ello no sería una caracte- rística peculiar del Neolítico. Es importante aclarar que los modelos no suponen que el com- portamiento humano será siempre óptimo, sino que más bien pro- ponen estados ideales formulados de manera tal que pueden ser contrastados empíricamente. En nuestro caso, con el registro ar- queológico o con observación etnográfica. Es decir, los modelos no intentan ajustar el comportamiento humano a un óptimo sino que, por el contrario, apuntan a señalar las desviaciones de esta conducta respecto de los factores culturales o naturales que influ- yen sobre ella. De tal manera, al observar las desviaciones, el mode- lo puede reformularse para intentar dar cuenta de los fenómenos observados en el registro arqueológico. Estos modelos han incor- porado, además, elementos provenientes de otras líneas teóricas dentro de la arqueología evolutiva, como la teoría de juegos y la teoría de la herencia dual, para sopesar la incidencia de otros facto- res, como la cooperación, la aparición y desarrollo de jerarquías y de comportamientos posiblemente no adaptativos. 6.3 La Teoría de la Herencia Dual Esta teoría (Cavalli-Sforza y Feldman, 1981; Boyd y Richerson, 1985) intenta explicar la relación entre herencia cultural y genéti- ca. Los temas centrales de la teoría descansan en que: a) El pool genético y el pool cultural conforman dos sistemas de he- rencia paralelos pero interconectados. Si bien ambos poseen sus propias particularidades –por ejemplo, diferentes tasas de cam- bio, modos de transmisión distintos– hay puntos de intercone- xión entre ambos sistemas. b) Como resultante de esta interconexión aparecen la mutua in- fluencia y la transformación, lo que significa que la cultura –i.e 73La reacción de la década de 1980 y la diversidad…72 Explorando algunos temas de arquelogía ampliar la dieta incorporando nuevos recursos hasta que el tiem- po de búsqueda11 se iguale con el tiempo de apropiación, procesa- miento y consumo de los nuevos alimentos de menor rendimiento (fig. 2.3). Recientemente, Mary Stiner (2001) utilizó este modelo para discutir la postura de Binford y Flannery en relación con el surgimiento de un mayor aprovechamiento de recursos en el Neo- lítico. Los resultados de Stiner indican que ya desde Paleolítico Su- perior y en diferentes lugares de la cuenca del Mediterráneo, la Figura 2.3. El modelo de amplitud de la dieta predice que el tiempo de búsque- da aumenta a medida que los recursos de más alto ranking se vuelven más esca- sos. El cazador baja los costos de la predación al incorporar recursos de menor rinde que antes podía ignorar. El punto óptimo está indicado por el entrecruza- miento de ambos ejes e indica una combinación de dieta óptima que iguala el tiempo de búsqueda con el de manejo. 11 El tiempo de búsqueda se reduce al incorporar más recursos, en lugar de bus- car los que cada vez se vuelven más escasos. Ranking de recursos disponibles en el parche 1 2 3 4 5 6 7 Tiempo de búsqueda Punto óptimo Tiempo de manejo del recurso T ie m po 75La reacción de la década de 1980 y la diversidad… población. Muchas conductas se incorporan a través de mecanis- mos –llamados mecanismos sesgados– que limitan la cantidad de error tolerado. O por el contrario, algunas conductas toleran deter- minado nivel de ensayo y error durante el aprendizaje, por lo que mayor variación será esperable. Las aplicaciones arqueológicas de esta teoría son recientes. Por ejemplo, estudios como el de Bettin- ger y Eerkens (1999) indican que las puntas de proyectil líticas del Paleoindio norteamericano variaban de acuerdo con la compleji- dad del diseño, ya que probablemente niveles de error diferentes eran tolerados para uno u otro tipo de puntas. De este modo, los tipos más simples de puntas de proyectil tendían a mostrar rangos de variación más grandes que las más complejas. Estos mecanismos dan un importante lugar a la selección na- tural y a la adaptación, ya que, según los modelos de evolución cultural, esta se habría desarrollado esencialmente como un ras- go que promueve la adaptación. El punto central aquí es que la Figura 2.4. Se observan las dos vías paralelas de herencia: genética y cultural; las diagonales señalan interacciones entre ambos sistemas. En tiempo evolutivo el resultado de esta interacción es lo que se denomina coevolución. Modificado de Durham (1991: figura 4.3). pautas, modo de transmisión de la información– puede influir sobre la composición genética de los individuos y viceversa. Restricciones orgánicas, resultantes de la interacción de los ge- nes y el ambiente, pueden influir sobre pautas culturales (i.e la resistencia a determinadas enfermedades). c) Esta interacción no siempre es positiva en términos adaptativos (i.e mucha variación cultural no es necesariamente adaptativa y en muchos casos es maladaptativa). Esto significa que afecta ne- gativamente la capacidad de reproducirse de los individuos. La coevolución es el mecanismo donde tanto la selección cul- tural –por ejemplo, transmisión cultural, patrones conductuales– como la selección natural actúan activamente en el curso de la evolución humana (fig. 2.4). Por lo tanto, en la Teoría de la He- rencia Dual la cultura tiene un lugar predominante, especialmen- te a través de los mecanismos de transmisión de información entre generaciones. Diversos modelos han sido formulados para dar cuenta de este fenómeno. En ellos se analiza cómo diversos me- canismos de aprendizaje afectan la trayectoria de los rasgos cultu- rales en una población y asimismo generan conductas tanto adaptativas como maladaptativas. Por ejemplo, Guglielmino et al. (1995) toman en cuenta los diferentes tipos de transmisión cultu- ral12 y demuestran, a partir de trabajos etnográficos en África, que el modo de aprendizaje afecta el modo en que los rasgos cambian. Esto se debe a que algunas conductas son más conservativas que otras, dependiendo esto de cómo son aprendidas. Para Boyd y Richerson (1985) existen diferentes mecanismos que explican la forma y variación de los rasgos conductuales en una 74 Explorando algunos temas de arquelogía 12 Los diferentes mecanismos son: a) Vertical = transmisión de una conducta de padres a hijos, b) Horizontal = transmisión entre individuos del mismo rango de edad o próximo, c) Oblicua = transmisión entre individuos de diferentes generaciones. Herencia genética Interconexiones Herencia cultural estrategias reproductivas o de cooperación y formación de grupos sociales. Finalmente, la teoría de la herencia dual se ocupa de pro- cesos relacionados con la interacción entre la evolución cultural y la genética. Su principal foco de análisis son los mecanismos y mo- dos de aprendizaje, la aparición y el mantenimiento de mecanis- mos cooperativos a gran escala y las conductas maladaptativas. Se basa en métodos estadísticos sencillos y en el uso de modelos for- malizados matemáticamente. Al concentrarse en procesos tanto culturales como genéticos abarca procesos tanto de escala similar al seleccionismo como a la ecología evolutiva. Por último hay que remarcar que, a pesar de sus diferencias, estas corrientes internas poseen un mismo marco teórico, la Teo- ría de la Evolución de Darwin, tanto en antropología como ar- queología. Este hecho permite que compartan un campo analítico de referencia común y por lo tanto puedan complemen- tarse en la práctica. La escala analítica en que definen sus mode- los –la evolutiva– es semejante y acorde con el modo como se presenta el registro arqueológico, mayormente promediado espa- cial y temporalmente, mostrando procesos que ocurrieron en es- calas amplias, transgeneracionales. Asimismo, permiten tener acceso a preguntas que se relacionan con la evolución cultural, que es uno de los objetivos centrales de la antropología y de la ar- queología. Este hecho ha sido en parte la causante de la crecien- te difusión y aplicación de estos modelos en ambas disciplinas. 7. La arqueología en el siglo XXI Si bien es por demás ingenuo pensar que el cambio de milenio conlleva un cambio paradigmático en nuestra ciencia, la descrip- ción de las corrientes posprocesuales muestra una importante mul- tiplicidad de acercamientos teóricos al registro arqueológico. La arqueología está cambiando. El nivel de discusión se trans- formó, las técnicas disponibles para discutir problemas ahora son 77La reacción de la década de 1980 y la diversidad… transmisión cultural puede producir variación mucho más rápi- damente y distinta que la genética. Así es posible encontrar res- puestas eficaces en un tiempo menor que el de una generación humana. La cultura de los humanos se diferencia de la de otros primates no humanos –y otros animales– por la complejidad y cantidad de formas de codificación, transmisión y almacena- miento, más que por sus características básicas. La Teoría de la Herencia Dual abarca muchos temas diversos pero principal- mente aquellos que se centran en explicar la evolución de fenó- menos culturales como la cooperación entre individuos, la tasa de cambio cultural a través de la innovación, la formación de sis- temas desiguales o jerárquicos y la aparición y mantenimiento de conductas maladaptativas. 6.4 Similitudes y compatibilidades en las corrientes neo-darwinianas Cada una de estas corrientes posee focos de interés distintos, así como diferentes escalas de análisis y problemas. El seleccionismo se plantea comúnmente problemas que se definen en escala evolu- tiva amplia y cuya resolución requiere muchas generaciones hu- manas; su foco primordial de análisis en el registro arqueológico es el artefacto. Intenta dar cuenta principalmente de procesos en los que la selección natural ha intervenido para influir sobre la per- sistencia de los rasgos culturales y biológicos en el tiempo. Su metodología se basa tanto en métodos estadísticos comunes en antropología como en los utilizados en paleobiología, como la cla- dística y otros métodos de inferencia filogenética. La ecología evo- lutiva da cuenta de procesos cuyo fin primordial es adaptativo, a través de una serie de modelos formalizados matemáticamente y mediante un conjunto de variables reducidas. Son fáciles de apli- car y se han nutrido de información etnográfica y arqueológica. Su foco de análisis son tanto las estrategias de subsistencia como las 76 Explorando algunos temas de arquelogía
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